lunes, 5 de julio de 2010

El anciano

Nuestros héroes se dirigían al sur con decisión en busca de algo que les guiase en su búsqueda, ciertamente no tenían muchas pistas y el plan hacia aguas … bueno, en realidad tampoco tenían un plan mas allá de la idea de Idnaar de ir hacia el sur y matarlos.

Cabalgaron durante mas de un día cuando cerca de la media noche divisaron un campamento jabaespín al que decidieron acercarse a investigar, sin embargo sigilo brillo por su ausencia y rápidamente fueron interceptados por un puñado de jabaespines armados con lanzas.

Un rápido vistazo al comité de bienvenida revelo que eran poco mas que niños, probablemente ni uno hubiera pasado los ritos que le declararían como adulto. Mientras Idnaar echaba mano a su hacha el terror se reflejaba en los jóvenes jabaespincitos y en contra de lo que cualquiera podría esperar Aldarisia en lugar de prepararse para el combate intento comunicarse con ellos.

-Venimos en son de paz

Dijo mientras levantaba las manos y hacia gestos a Id de que depusiera las armas de momento.

Los jóvenes Jabaespines dubitativos les hicieron gestos para que tirasen sus armas al suelo si querían evitar la confrontación, aunque con desagrado todos excepto Eidorian lo hicieron. Acto seguido se abrió la fila de jabaespines y se les permitió acceso a Rad, Idnaar y Aldarisia que fueron conducidos ante un anciano.

El anciano incapaz de hablar el idioma común por gestos les indico que se sentasen y dejo entender que a pesar de no poder hablar si podía comprenderles y que respondería a sus preguntas. A pesar de que las preguntas eran muchas la respuesta fue un único gesto del viejo, un suave movimiento de su mano lanzando un polvo al fuego que en seguida comenzó a brillar en un tono azulado y a formar imágenes que narraban una historia.

La historia comenzaba con las imágenes de una bruja jabaespín seguida de 3 jabaespines, uno con hachas, otro con arco y un animal similar a un lobo y finalmente uno un poco más pequeño que al igual que la bruja hacia encantamientos.

Las siguientes imágenes, eran de casitas que ante la aparición de el trió de jabaespines desaparecían y dejaban a algunos huyendo de donde antes estaba la casa.

Con lo que Jorn les había contado y lo que el viejo jabaespín mostraba parecía cada vez mas obvio que la tal Charlga no era una mera fantasia, ni nadie se había aprovechado de la leyenda para ganar terrenos si no que ella misma había decidido expandir sus territorios.

-Así que esto es lo que els ha empujado a atacar Taurajo …

Dijo Alda al anciano haciéndole notar que habían comprendido, el jabaespín solo asintió.

-Comprendo sus necesidades, pero deben encontrar otro camino para huir y noa tacar el poblado, está fuertemente defendido y…

El jabaespín negó al oír las palabras de la elfa

-¿No hay otro camino?

Dudo Aldarisia, a lo que una nueva sacudida de cabeza respondió negativamente.
-En ese caso acampad aquí …

Nuevamente el cerdo negó

-¿Acaso preferís morir a quedaros aquí?

Sorprendentemente el cerdo asintió, fuera lo que fuese lo sucedido a su pueblo les había aterrorizado lo suficiente como para preferir la muerte a ser alcanzados por aquello. No quedaba nada que negociar, solo averiguar que era lo que azuzaba a las demás tribus de modo que Aldarisia y los demás se levantaron dispuestos a irse cuando el anciano les tendió una caja con 4 gemas de colores toscamente talladas y que rezumaban poder mágico.

Sin saber muy bien como se usaban o siquiera que eran las aceptaron, salieron del poblado, recogieron sus armas y montaron en dirección al sur ante la mirada de los jabaespines a la vez fascinados por su valor y aterrorizados por el camino que habían tomado.

Una vez acamparon la noche continuo en calma y durante la cena repartieron la gemas quedándose una azul Aldarisia, otra naranja Radna y la verde y la roja Idnaar ante el riesgo de que Eidorian que sufria cierta abstinencia mágica pudiera consumirlas y morir de una sobredosis. Al dia siguiente esperaban llegar a los campamentos abandonados y por fin buscar alguna pista mas alla de habladurías y leyendas.

miércoles, 16 de junio de 2010

Requiem por un tauren




La tormenta había pasado no sin dejar tras de sí un rastro visible. Casi todos nuestros héroes ,malheridos, se alzaban entre los cadáveres tratando de resistir el dolor por las temibles heridas que habían recibido durante el asalto. Aldarisia buscaba algún jabaespín vivo para tratar de hacerle confesar las razones de este segundo ataque sin obtener por respuesta más que gruñidos típicos de cerdo, mientras tanto Idnaar apilaba los cadáveres para quemarlos y separaba las cosas que podrían servir a los habitantes de Taurajo . Y entre el caos reinante una figura levemente iluminada por el fuego que emanaba de las patas de su montura apareció en la noche.

-Alda, querida por más que lo remenees no va a dejar de pedir piedad …

Aldarisia clavo su vista en la recién llegada y devolvió su atención al jabaespín

-Esta es la piedad que mereces …

Dijo mientras de un tajo rebanaba el pescuezo a la bestia a la vez que en su cabeza seaparecia un detalle que había pasado por alto.

-Lady Selini, ¿acaso habláis el idioma de estos impíos seres?

Tuzah sonrió

-Claro que si, comprendo todos los idiomas

Respondió altanera y satisfecha de que una vez más la hubiesen subestimado

-Pues si tuvieseis la bondad, y no importunase los menesteres que os han traído aquí agradecería que me tradujeseis lo que dicen.

Una sincera sonrisa que ocultaba una tremenda mentira asomo al rostro de Tuzah
-Sera un placer, a fin de cuentas solo vine porque tardabais mucho y no podría perdonarme que nada malo le ocurriese a mi hermanito querido

Aldarisia ignorando la respuesta de Tuzah procedió a interrogar a varios jabaespines de los cuales obtuvo más bien escasas informaciones, solo suplicas de piedad para ellos y sus mujeres y niños. Eso y una vieja leyenda sobre una bruja poderosa y sus hijos masacrando a las tribus del sur.

Desde la lejanía Radna e Idnaar contemplaban a Tuzah y su montura con desconfianza mientra se alejaba hacia el campamento forsaken una vez sus servicios dejaron de ser útiles, sin embargo los pensamientos de desconfianza fueron interrumpidos por el ruido de Turok al desplomarse.

Las heridas del tauren habían sido de enorme gravedad y había cedido ante el esfuerzo de continuar ayudando a los heridos en el ataque, sus compañeros fueron rápido a socorrerle y cargaron con él hasta la enfermería mientras Eidorian seguía buscando entre los cadáveres algo que saciase su sed de magia.

Amaneció en taurajo y los primeros rayos de sol bañaron el poblado, la actividad sin embargo era distinta a la de cualquier día normal, en lugar de cavar en la tierra para sembrar vida esta vez se cavaba para enterrar a los muertos entre los que se encontraba Turok. Sus compañeros aunque le habían conocido recientemente se apenaban por su marcha y permanecían de pie junto al cuerpo del tauren mientras los chamanes le encomendaban a los espiritus y sus compañeros le decían un ultimo adiós recordando su fiereza en batalla, y su muerte honorable defendiendo a su pueblo. Una vez terminaron de despedirse Id con ayuda de Rosadito comenzó a sepultar bajo tierra a tan honorable compañero. Una vez terminase el grupo o lo que quedaba de él debería reunirse para planear con cuidado el próximo paso.

domingo, 30 de mayo de 2010

La noche de un dia duro

Aqui os dejo una imagen de la partida anterior, en ella se pueden apreciar las ultimas fases del combate, con un Id seriamente tocado repartiendo hachazos sin piedad (la gloria o la muerte!), un eidorian bastante sobrado de vida y Alda a punto de caer igual que Turok mientras Rad intacta en la retaguardia freia a flechas a los jabaespines. Y recordad click sobre la imagen para verla completa.

sábado, 15 de mayo de 2010

La noche de un día duro

La cálida brisa de la mañana soplaba entre lo que hacía unos días era una aldea próspera, nuestros héroes avanzaban entre la devastación observando todo a su alrededor mientras se dirigían a lo que parecía una taberna, el único edificio más o menos sano.

Turok observaba el asentamiento con una mezcla de horror e ira mientras trataba de obtener toda la información posible, observaba las tiendas y sus daños que curiosamente eran mayores en aquellas destinadas a servir de almacén, observaba al herrero maldiciendo por la desaparición de sus bienes y observaba a los afanados Tauren retirando los últimos cadáveres los cuales curiosamente no habían sido desposeídos de sus objetos de valor.

Cruzaron el umbral de la taberna en busca del anciano del asentamiento con la esperanza de averiguar algo mientras Aldarisia sin decir nada seguía por otro camino.

-Isha, anciano. ¿Dónde está el sabio de este pueblo?

-Esta ante tus ojos joven Tauren, soy Jorn Videncielo

El anciano reposo su mirada sobre la orca y con cierto desagrado sobre Eidorian que cruzaba la puerta seguido de Idnaar. Nuevamente fijo su vista sobre Radna.

-¿Sois vosotros a los que envía la guardia?

Pregunto con cierto alivio antes de verse interrumpido por Eidorian gritando al aire entre los heridos difícilmente acomodados por todo el local.

-¡Tabernero una cerveza!

Exigencia que fue respondida con miradas de odio debido a su falta de respeto por los heridos y los escasos Tauren sanos que se esmeraban en ayudar en lo que pudieran a sus malheridos compañeros. Id enfadado por la falta de sensibilidad de su hermano en pos de evitar un mal mayor le dio un bofetón de mano vuelta seguido de una advertencia.

-Muestra respeto…

-¿Por qué esto es una taberna no?

La única respuesta del orco fue un enfadado gruñido antes de dirigirse hacia la puerta para hablar con los milicianos que pudiese hallar. Pasada la interrupción Radna respondió al sabio.

-Sí, señor somos de la guardia del cruce … bueno más o menos, algunos son voluntarios. Venimos a ayudar.

-Se os agradece hermanos orcos, aunque ahora mismo la violencia ya no resolverá nuestro problema, mejor descansabais o buscabais alguna ocupación útil que desempeñar si realmente queréis ayudarnos.

-Sobre la violencia, anciano me gustaría saber algo más del ataque a nuestro pueblo.

Añadió Turok. Jorn Videncielo resoplo y con ojos apenados comenzó a relatarle como sin que nadie lo esperase los Jabaespines habían atacado, no parecía que se organizasen ni para matarles ni para robar sus escasas riquezas sino mas bien parecía como si una estampida les hubiese arrollado. Sus ataques no tenían ninguna lógica, no atacaban a los milicianos ni a los más peligrosos, solo a los que encontraban en su camino.

Una voz femenina interrumpió el relato a gritos nuevamente

-¡Eh tu, despojo! Dame ese papel para cigarrillos que tienes

Exigía Aldarisia manchada en sangre probablemente de los heridos a Eidorian, hasta entonces muy ocupado en buscar una cerveza.

-¡Y un carajo!

Fue la cortante respuesta del elfo

-¡Papel, ya!

Exigió la paladina de nuevo mientras Id cruzaba el umbral para ver que diablos era aquel escándalo.

-Si estas menstruando no es mi problema, eso sí deberías ser más cuidadosa y no revolcarte en ello

Fue la burlona respuesta de Eidorian a la que siguió un directo a su cara en cuanto Aldarisia alcanzo la posición para ello.

-Ahora vas a ver furcia

Dijo Eidorian dispuesto a presentar batalla justo antes de verse con un muro verde entre los dos que les levanto por el cuello.

-¡Maldita sea ya basta! No tenéis respeto por los enfermos

Dijo un visiblemente enfadado orco

-Díselo a él, no me da los materiales que necesito para ayudar a los enfermos

Dijo como malamente pudo Aldarisia. Idnaar echo una mirada asesina a Eidorian y nuevamente habló.

-Tú, idiota dale lo que necesita … y ya valio de armar escándalo.

Giro la cabeza hacia Aldarisia

-Y respecto a ti la próxima vez que os peleéis te las vas a ver conmigo…

Sin más los soltó con un bufido y se fue mientras Aldarisia por tener la última palabra replicaba con un “me gustaría verlo”. Cogió lo que necesitaba de Eidorian y se dispuso a marcharse no sin antes decirle unas hirientes palabras.

-Es muy masculino y viril eso de esconderse entre las faldas del orco, sin duda eres el orgullo de nuestra raza.

Tras este incidente, todos dejaron la taberna, Radna y Turok con algo más de información sobre el ataque, Id enfadado y decidido a trabajar en algo para despejar su mente de pensamientos homicidas hacia los elfo y Eidorian con ganas de un cigarrillo fel.

La mañana paso mientras cada unos e dedicaba a sus labores, bien fueran de exploración y búsqueda por las cercanías como en el caso de Turok , bien ayudando en lo que salía al paso como Idnaar y Radna, colabroando en la sanación de los heridos con sus poderes misticos y métodos más mundanos como Aldarisia o bien vagueando en busca de un papel como Eidorian.

El hecho más reseñable de esa mañana fue al inesperada aparición de unos goblins dispuestos a trabajar en la reconstrucción del asentamiento, aparentemente financiados por un curioso personaje, otro goblin cuyas vestimentas eran un cruce entre las de un viajero de las estepas, sombrero incluido y las de un marinero. También era reseñable sobre este ser el arma que portaba a la espalda, una especie de mosquete enano que en el lugar donde habitualmente se ceba la munición llevaba una especie de rueda o tambor.

Durante el medio día descansaron todos para comer y continuaron con sus quehaceres después hasta que en al lejanía se escucharon caballos al galope. El grupo temiéndose lo peor, tomo posiciones defensivas en la entrada Norte pues desde allí en la lejanía se distinguían varias formas a caballo. Ciertamente si eran salteadores humanos la batalla nos e antojaba fácil, pero desde luego no iban a permitir que nada mas le sucediese a los heridos a los que Aldarisia trataba de poner en el punto más alejado del lugar que defendían por su seguridad.

Sin embargo hubo cierta suerte pues no eran una amenaza, resultaron ser una tropa de 6 Forsakens liderada por un guerrero a lomos de un tigre espectral. El convoy era cuanto menos llamativo, no solo por el equipo de gran calidad que portaban en general eclipsados por la elegante túnica de una mujer que llevaba consigo a un niño Quel-dorei y la excelente armadura que portaba su aparente líder.

La mujer y el líder habían sido en otra vida humanos, al igual que el hechicero que les acompañaba vestido con menos opulencia y que conversaba con si mismo en plural, los demás eran elfos o lo habían sido en vida, una enorme Kal ´dorei y un Sin ´dorei acompañados por un tipo misterioso de tamaño medio cuyo cuerpo estaba completamente tapado incluyendo su rostro cubierto por una máscara con forma de calavera.
El líder se decidió a hablar.

-¿Quien de vosotros es el líder?

Dijo mirando con cierto aire de superioridad a aquellos que iban a plantarle cara de haber sido una amenaza.

Eidorian señalo a Idnaar como respuesta lo que llevo al forsaken a una nueva pregunta.

-¿Había alguno de los nuestros entre los cadáveres?

Idnaar desconcertado no sabia muy bien que responder y Aldarisia, segura de que la mujer y el que ahora preguntaba eran alguna clase de nobles forsaken a los que no podía ubicar exactamente y a los que no convenía impacientar hablo.

-No señor, no había ninguno de vuestra raza antes ni después del ataque.

Hizo una mueca de desagrado y vocifero algo en un idioma que ninguno de los presentes entendía. Los hombres se pusieron en marcha y se dirigieron a una zona despejada del pueblo a montar su campamento sin siquiera mirar al comité de bienvenida salvo por el caso de la mujer que con una sonrisa y un leve gesto de su cabeza se despidió.





Nadie tenía claro el papel de los forsaken allí, nadie sabía quienes eran ni por que estaban allí salvo quizás Jorn que tras acercarse a su campamento furibundo y cruzar unas pocas palabras con el que parecía comandarlos se retiro sin decir nada mas.

El grupo cuanto menos parecía efectivo, se habían instalado muy rápido y una vez montadas las tiendas se podía ver a casi todos haciendo rondas por la zona mientras la mujer acomodada en un banco observaba al niño jugar y corretear alegremente por el pueblo. Un detalle curioso es que a uno de ellos nos e le había vuelto a ver desde que levantasen las tiendas, el enmascarado había desaparecido de la faz de la tierra.

Aldarisia viendo al niño solo por aquellas calles se dirigió envalentonada a hablar con su madre, dueña o lo que quiera que fuese la mujer.

-¿De dónde ha salido el crío?

Pregunto sin ninguna clase de cortesía

-Es mi hijo

Respondió con toda la tranquilidad del mundo la no-muerta

-Disculpe pero no soy imbécil, usted no es elfa, no ha sido elfa ni lo será nunca
La mujer torció el gesto ante tamaña impertinencia y respondió.

-Sus padres murieron hace mucho tiempo y mi esposo y yo lo criamos, hablando del cual ha sido afortunada de que no estuviera aquí para verle dirigirse a si a la alta embajadora de su majestad Lady Sylvannas Windrunner Kyrie Darkhell Elleison y esposa del Sumo Ejecutor Darnai Darkhell. Pero no se preocupe, por suerte yo soy más comprensiva que el y se que no tenía mala intención aun a pesar de lo impertinente de su pregunta… Lady…

Aldarisia al escuchar los títulos dudo un segundo pero debido a su educación en Lunargenta rápidamente recupero la compostura.

-Lady Lowenbless, Aldarisia Lowenbless paladina de los caballeros de sangre
Respondió, y en una hábil maniobra para desviar la conversación de su metedura de pata siguió hablando sobre el niño.

-Imagino que será consciente de sus necesidades especiales del niño
Kyrie sonrió con cierta condescendencia

-Llevo ocho años cuidando de el, creo que se como hacerlo.
Aldarisia que por una vez en su vida no sabia que decir trato de termianr con la conversación e irse.

-Bueno, en ese caso si me disculpa…

Lady Darkhell le interrumpió mientras se retiraba

-Disculpa, no sabrás donde habrá por aquí un laboratorio de alquimia por aquí

-No señora, no creo que haya nada así por aquí

Respondió deseosa de alejarse del campamento

-Gracias de todos modos

Concluyo la forsaken antes de vociferar algunas ordenes a sus subordinados que rápidamente le consiguieron unas mesas sobre las que comenzó a desplegar aparatos de alquimista.

Paso la noche tranquilamente mientras que los incansables forsakens montaban guardia, al menso esa noche nuestro héroes podrían descansar, todos excepto Eidorian que privado de su tabaco con piedra fel molida comenzaba a sentir los terribles efectos de la abstinencia. Salió en mitad de la noche desesperado por encontrar sustento mágico, sin poder acudir a los tauren o a sus hermanos que desaprobaban su adicción se encamino hacia el tranquilo campamento forsaken.

Cuanto más se acercaba Eidorian mas podía sentir una fuerza mágica que saciaría su hambre, una fuerza pura como nunca antes había probado, una fuerza que necesitaba y obtendría por cualquier medio, cegado por el ansia , incapaz de pensar irrumpió en una de las tiendas, más concretamente en la tienda del niño.

El grito que siguió a la entrada del asaltante en la tienda despertó a todo el pueblo, reflejaba un dolor agónico más allá de toda comprensión humana y además era de Eidorian.

Idnaar al oír a su “hermano” gritar salió de la taberna en donde descansaba mientras que Aldarisia que le había visto desde la ventana de la enfermería se acercaba hacia el campamento mientras pensaba “ni siquiera tras verlo me creo que sea así de imbécil”. Mientras tanto los forsaken elfos habían cerrado su formación frente a la tienda del niño de donde surgían los gritos impidiéndole el paso al orco que por instantes estaba mas agitado y al borde de comenzar una pelea innecesaria.

Aldarisia, muchísimo más calmada y racional bordeo con disimula los 2 guardias que le cortaban el paso y trato de entrar en la tienda hasta que el mago aparentemente dormido a la puerta se lo impidió.

-Aviso a quien este dentro de que voy a entrar.

Declaro tratando de ignorar al mago que respondió a la afirmación

-Nosotros creemos que no deberías entrar, si definitivamente Nekro no entendemos que podrías querer ahí mas que una muerte segura.

Aldarisia, extrañada pero no desconcertada por el chiflado hechicero respondió sin dudarlo

-Voy a recuperar a ese despojo, le necesito vivo … al menos de momento

-Oh a nostros nos gustaría mucho más a la brasa, si si ardiendo ¡jajajaja! ¿Pero porque sabes que es él?

-Primero porque es idiota, segundo porque es idiota, tercero porque es idiota, cuarto porque es idiota y quinto, por si no lo dije es rematadamente idiota.

-Jajajaja! Nos gustas

Añdio el mago mientras se caia de espaldas de la risa. La paladina cansada de las extravagancias del curioso personaje decidió probar una técnica nueva, ignorarlo y dirigirse a quien estuviera en la tienda.

-Sacad a esa basura de ahí, echadlo fuera de la tienda

Exigencia que fue rápidamente concedida cuando Eidorian con una puñalada en la espalda surgió rodando de entre las telas que cubrían el umbral seguido del enmascarado que le puso un pie encima para que nos e moviese.

-Este despojo ha intentado atentar contra el hijo del sumo ejecutor, deberíamos darle muerte de inmediato por tal osadía.

Aldarisia comenzó una frase para discutirle el derecho o no a vivir de Eidorian cuando se vio repentinamente interrumpida por la voz de alarma dada por el Sumo Ejecutor y algunos milicianos. Según parecía los jabaespines volvían al ataque terminando con la conversación pues el enmascarado se dio la vuelta y entro en la tienda de la que se había esfumado segundos después con el niño.

La batalla comenzó en cuestión de instantes, los efectivos se veían superados cuatro a uno y de no haber sido por los forsaken que luchaban con fiereza, nuestros héroes y el intrépido y curioso goblin no habrían tenido siquiera la capacidad de plantar cara.

Las tropas forsaken luchaban coordinados en la vanguardia, mientras el mago hacia llover fuego incendiando a los jabaespines, el sumo ejecutor y los dos Gurth, doréis, pues así se llamaba a los elfos no muertos, despedazaban Jabaespines con un salvajismo y brutalidad como jamás se había visto en aquellas tierras.

El goblin disparaba con su extraño artefacto que cada vez que con su disparo acertaba aun jabaespín, además de lanzar al pobre goblin unos metros hacia atrás, volatilizaba a la bestia. Una vez le llegaron a alcanzar desenvaino su ropera y al grito de rimbombantes insultos y desafíos comenzó a dar muerte a muchos de sus enemigos.

Por último nuestros héroes hacían lo posible por evitar que los jabaespines accediesen a las zonas en donde había heridos, Rad no daba abasto a disparar a los jabaespines, Id desgarraba carne con su hacha hecho una furia mientras Turok bateaba con su tótem usando a los jabaespines de pelota. Aldarisia invocaba los poderes de paladina para asestar certeros golpes mientras Eidorian machacaba cráneos con su maza.

La batalla se recrudecía por instantes llegando a caer Turok y Aldarisia que rápidamente gracias a las pociones que les entregaba Lady Kyrie eran socorridos por sus amigos mientras el resto trataban de hacer retroceder a los jabaespines.

La batalla así como comenzó llego a su término, con una centena de jabaespines muertos, los forsaken simplemente cansados , nuestros héroes malheridos y muy pocas bajas civiles, especialmente para lo que podría haber sido. Sin embargo el ataque dejo algo claro de una vez por todas, era hora de tomar la iniciativa y acabar con el problema de raíz.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Momentos musicales

Bueno, ya que la semana pasada no hubo partida aqui os voy a dejar unos momentos musicales inspirados en cada personaje.

Para Idnaar, aun a pesar de caer en lo topico le han tocado los Manowar. ¿Por que? La cancion mola, tiene un tonillo muy épico y habla de honor, luchar sin miedo y transmitir eso a generaciones futuras cuando se muera en batalla. La vida de un buen orco deberia ser asi, la vida de Id lo es.



Eidorian guarda un cierto paralelismo con la historia de House of the rising sun, su perdicion en cierto modo se debio a una mujer y una mala figura paterna. Sea como sea nadie deberia seguir sus pasos.



Tuzah ya en su historia incluia el Am i evil?, pero no hay otra cancion que la defina mejor asi que aqui esta de nuevo tras pensarmelo mucho, eso si esta vez version de metallica.



Para Aldarisia Lowenblees sin duda crusader es la eleccion logica, es una perfecta paladina, luchando por su causa de la que no le cabe ninguna duda sobre si es la verdadera y correcta.



Sobre Turok, dado que su historia mas alla de un individuo de una comunidad celta-india americana como son los tauren no tenia mucho tras buscar un rato largo nos decidimos por quedarnos con la impresion que daba al grupo de si mismo: Un tio solitario que habia seguido su camino, entonces pensamos en highwayman de Jhonny Cash.




Por ultimo Radna, no tengo claro del todo el porque pero Hungry like the wolf no me parece algo tan descabellado (aun a pesar de que va de "cazar" a una chica). Quizas sea la animalizacion que transmite de la caza o simplemente algo ilogico.



Bueno, espero opiniones si se os ocurre algo mejor sentios libres de comentar

lunes, 3 de mayo de 2010

Tuzah ¿Am I Evil?




¿Soy malvada? Sí, lo soy.

Supongo que seria demasiado cínico por mi parte negar la evidencia y mas a estas alturas, pero mejor comenzare por el principio.

Mi madre era una sacerdotisa siempre ocupada en su trabajo, mi padre un paladín de la luz, mi hermano una lacra vivo o muerto. Estuve allí cuando papá malgastaba su tiempo con él, estuve allí cuando no había nadie más a mi alrededor y todos se ocupaban del pequeño Eidorian, estuve allí cuando le dieron por muerto y también estuve allí mientras nuestra madre incapaz de sobreponerse lloraba a su hijito perdido mientras yo crecía y papá nos ignoraba sumergiéndose aún mas en su trabajo.
No me malinterpretes, no odio a mis padres, si lo hiciera sería tan idiota como mi hermano. Comprendo que papá tuviera que dedicarse de pleno a un nuevo aprendiz para mantener el nombre de la familia, a fin de cuentas algunos tenemos una posición … aunque no espero que alguien como tu pueda comprender eso.

La cuestión es que no odio a mis padres, de hecho me gusta conservar los recuerdos de mi infancia. Cuando apenas tenía 20 años y mi padre me sacaba de paseo por Lunargenta , me subía sobre sus hombros y yo era feliz, me reía emocionada por estar tan alto y él sonreía. Supongo que desde pequeña me gustaban las posiciones elevadas, aunque sea en el sentido más literal de la palabra. Sin embargo, la desaparición de mi hermano dio al traste con todo eso.

Tengo recuerdos, de mi padre quedándose sin tiempo para mí en pos de educar a su nueva aprendiz. Recuerdo a mi madre incapaz de mirarme sin recordar alguna escena sobre mi hermano y yo que se le antojaba tan dolorosa que con el tiempo ni siquiera me miraba, claro que nuevamente ese son el tipo de cosas que nadie fuera de una familia debe saber. Pero sin duda alguna el recuerdo de esa época que mas permanece fue la soledad absoluta pues después de la pérdida de mi hermanito no estaban dispuestos a permitirme abandonar la casa bajo ningún concepto hasta que ya fui mayorcita, labor de la que se ocuparon los criados.

Crecí y me comencé a convertir en una jovencita provechosa, había comenzado estudios mágicos que aun no se habían definido demasiado bien, y que sin embargo poco a poco comenzaban a inclinarse por la brujería y el poder que esta conllevaba. Las razones que me llevaron a esto eran sencillas, era algo nuevo en nuestra sociedad, algo en donde sería fácil destacar y que llamaría mucho la atención. Sí, así de simple, era otra medalla que colgarle a mi ilustre familia.

¿Decepcionada? Creías que iba a ser alguna cosa más emocionante, ¿un encuentro con algún poderoso demonio? Supongo que mi hermanito desaparecido no debió de ser el único con la cabeza llena de estupideces y fantasías. En Lunargenta las buenas familias son un privilegio y una maldición, debes destacar y estar a la altura y desde luego en ese nido de chacales que es la aristocracia no va a ayudarte nadie.

Como iba diciendo, me esforcé en mis estudios y aprendí sobre el fuego, los demonios, el alma, el dolor , el sufrimiento y las maldiciones, aprendía mucho y me encantaba, los brujos éramos gente sin límites. No estábamos frenados por estúpidos códigos de honor, o por normas de arcaicas ordenes monásticas, la fuerza del brujo estaba en su soledad e individualismo y créeme había tenido mucho de eso durante mi infancia.

Los años siguientes fueron duros, se seco el pozo del sol y comenzó a haber escasez de magia, las clases bajas, como tú, se apilaban en las calles desesperados y enfermos por obtener alguna baratija de la que sustentarse, por suerte para los de mi clase ese no fue un gran problema, y menos para aquellos que como yo conocíamos las artes oscuras. Es taaaan fácil engatusar a jovencitos desesperados, cristalizar su alma y darte un festín con las energías mágicas de la misma …

Oh no me mires así… mala ¿recuerdas?, apuesto a que mi triste historia te ha hecho compadecerte de mí… pues ahora viene lo bueno.

Tiempo después un día fui llamada a presencia de mi padre, al parecer íbamos a reunirnos con algunos de nuestros aliados de la horda, una pareja de nobles Forsaken, él parece ser que era el Gran Mariscal de los ejércitos de Lady Sylvannas, ella era algún tipo de diplomática. Lo curioso del caso es que esos dos muertos habían criado a un niño elfo y estaban tratando con mi padre sobre la posibilidad de iniciarle en la senda de los paladines a cambio de que me hicieran un sitio en las escuelas de brujería de Entrañas mientras durase la inminente guerra contra el Príncipe Traidor Kaelthas. Obvia decir que el acuerdo resulto más que sencillo de llevar a cabo.

Allí entre la putrefacción y la muerte comprendí preceptos que a los vivos se nos habían sido negados y finalice mi formación tras lo cual regrese a Lunargenta donde mis orgullosos padres, por una maldita vez en la vida me rendían el homenaje que me merecía.

Estaba satisfecha y las cosas iban relativamente bien, papá en lugar de presumir de su dichosa discípula, por fin podía hacerlo de su progenie, mamá seguía siendo la misma idiota llorica de siempre pero al menos ahora me miraba y la ciudad en general no había salido muy malparada de la guerra que de hecho había intensificado el poder de las familias nobles ahora que ya no existía casa real.

Pues ¡sorpresa!, resulta que el idiota de mi hermano no había muerto. Aparece por la puerta de casa y mi madre poco mas y rompe a llorar en público, papá le da la paliza de su vida que no es más que reflejo del dolor que siente por haberlo perdido y la arrogancia necesaria para no admitirlo, y yo vuelvo a quedar relegada al punto de partida aun a pesar de mis logros.

Mamá se preocupa, papá vuelve a enfocarse exclusivamente en su trabajo y su pupila y yo… bueno tú ya sabes a lo que nos lleva eso, ¿Verdad Jiray?.

Es muy considerado por tu parte que tras la disuasión de papá para que te alejases de él, seguida de ciertas cantidades de oro enviadas a tu familia, te mantuvieras alejada, y créeme, de verdad que lo valoro. Lamentablemente mi hermano mostro mas independencia y estupidez de la que nadie creía y según parece se fugo en solitario y no está muerto.

Si estuviera muerto no me vería obligada a esto … pero no te engañes tampoco es algo de lo que no vaya a disfrutar aunque quizás cuando te extraiga el alma tu no disfrutes tanto … ya sabes rayos, destellos dolor inconcebible esas cosas. En fin es algo que debe hacerse para que mi hermano no tenga nada por lo que volver, pero si te sirve de consuelo siempre te llevara en su interior, o al menos mientras le duren las energías mágicas de tu piedra alma que le será convenientemente ofrecida como aperitivo.

¡Oh! Que mirada más dulce, me compadeces por el dolor de mi vida y haber vivido a la sombra de ese bastardo aún ahora que sabes cuál será tu destino. No te engañes, soy lo que soy y probablemente si me hubieran querido y mimado igual que a Eidorian a estas alturas tendría un oficio diferente, pero igualmente nos hallaríamos aquí contigo dispuesta a morir solo para que yo no tuviera que compartir mis juguetes…

¿Soy mala? Sí, jodidamente mala.

domingo, 2 de mayo de 2010

Comienzo de la aventura

Aldarisia acababa de llegar a la posada de El Cruce, observó en un rápido vistazo lo que ella consideraba un desagradable panorama: el tabernero Boorand, otro tauren desconocido sentado en solitario en una mesa ridículamente pequeña para su enorme tamaño, y una pareja de orcos sentada con una pareja de elfos. Se sintió tentada de directamente pedir la habitación y aislarse de toda aquella chusma si no fuera porque la joven elfa que compartía mesa con los orcos vestía como era adecuado para los de su clase y parecía actuar como tal.

Resuelta a ojear quien era aquella dama, se acercó a la mesa e ignorando a los demás presentes se dirigió a la elfa.

-¡Bala’dash!

Saludó a la chica obteniendo por respuesta una cara de exasperación y una mezcla de afirmación y pregunta.

-Te ha enviado papá.

Ahora que la veía de frente y la mención de su padre, con quien Aldarisia podría tener algún tipo de trato le hizo percatarse de quien era la joven. Era Tuzah Selini, la hija de Lord Abban Selini, su maestro.

-No. Si sois quien creo que sois no me ha enviado vuestro padre, o mejor dicho al menos no me ha enviado a buscaros.

La joven elfa de negros cabellos sonrió.

-Lady Tuzah Selini, y el descastado de aquí es mi hermano, Eidorian Selini.

Esta información fue cuanto menos chocante, pues Aldarisia jamás había oído que Lord Selini tuviera un hijo, aunque vistas las trazas de haragán lleno de cicatrices, vestido cuan si fuera un orco, no le extrañaba. Por las palabras de su hermana, Lord Abban tampoco debía estar muy satisfecho con su retoño. Fuera como fuese, los siguientes movimientos debían ser pensados con cautela, aunque sin apenas darse cuenta, presa de su impulsiva naturaleza se encontraba escupiendo al suelo mientras miraba a Eidorian, probablemente el ser más vergonzoso de todos los de su raza que jamás se vería. Una adecuada reverencia a Tuzah anunció su marcha con aquella escoria que osaba manchar el nombre de su maestro dando vueltas en su cabeza.

Idnaar y Radna, los orcos sentados a la mesa de Eidorian y Tuzah miraron inquisitivamente al elfo, esperando que alguien les explicase quién demonios era esa altanera pelirroja que se había presentado allí con esa evidente falta de respeto hacia todos menos Tuzah. Eidorian se encogió de hombros y soltó una frase muy en su línea carente de respeto por todo lo que con su padre tenía que ver, salvo quizás su hermana y su madre.

-Putas todas…

Dijo mientras negaba con la cabeza. Idnaar hubiera continuado preguntando, sin embargo un golpe contra las puertas de la taberna como si alguien cargase contra ellas, y la posterior aparición de un Tauren gravemente herido, vestido con una extraña armadura de cuero como si fuera un miliciano o un campesino con armadura, y su posterior desfallecimiento terminaron con todas las conversaciones del bar.
El enorme tauren solitario no perdió mucho tiempo en acercarse a hablar con su hermano herido. Fuera lo que fuese, la charla en taurahe fue corta y perturbadora, tanto que el solitario salió casi corriendo afuera de la taberna en dirección a alguna parte que no mencionó a nadie.

Radna e Idnaar, tal y como era su deber de Guardias de la Horda, fueron a averiguar qué había sucedido, uno del tabernero y la otra del misterioso y negro tauren. Las respuestas fueron las mismas, el caído afirmaba provenir del pueblo vecino de Taurajo que recientemente había sido atacado por los Jabaespines. Sólo pudo añadir a esta información, antes de desfallecer, que dirigía una caravana de refugiados a El Cruce que también fue atacada por las bestias y de la cual sólo él había logrado escapar. Todos sus amigos debían estar a estas alturas muertos o capturados por los belicosos cerdos.

-¡¡Rosadito!! ¡Tenemos trabajo!

Dijo el orco vociferando, a lo que simplemente Eidorian respondió levantándose y yendo a desamarrar su lobo.

Aldarisia, que aún se encontraba subiendo las escaleras, decidió dar media vuelta y acercarse a la ahora solitaria Tuzah, extrañada por la docilidad de su hermano.

-¿Es un esclavo?

Preguntó indignada y pareciendo atar cabos, aunque sin comprender entonces el buen trato que se le dispensaba al Sin´dorei.

-No, es su “hermano”.

Respondió medio divertida, medio asqueada, a la atónita paladina.

-Pero, ¿no dijiste que ese era hijo de Lord Selini, y por ende tu hermano…? ¿Cómo demonios va a ser el hermano de eso?

Tuzah sonrió, sabedora de que una vez más debería hablar de su rebelde hermano, vergüenza de su padre, y pocas cosas le divertían más que cotillear sobre el gran error de su estirado y perfeccionista padre, entre otras cosas porque eso la convertía a ella en la mejor una vez más.

-Hermano de batalla, así le consideran esos dos orcos y así les considera él a ellos. Verás, todo comienza con su fuga siendo yo aún muy pequeña, tanto que cuando me dijeron que había muerto y que jamás le mencionase, no me lo cuestioné, y parece ser que pasamos relativamente poco tiempo juntos ya que él ni siquiera me recordó en todos estos años.

Hizo una pausa dramática mientras veía como la cara impasible de la pelirroja iba demostrando pequeños matices de desprecio y rabia.

-Como iba diciendo, papá le entrenaba y no se le daba mal, pero el muy idiota se relacionaba con gente de casta baja, entre otros una pequeña fulana llamada Jiray, hija de cazadores… qué cosa más vulgar… Bueno, la cuestión es que papá les pilló en la cama, y a Eido le cayó la del pulpo y una prohibición de engendrar con semejante furcia. El muy estúpido se creyó que fugarse con ella les daría la felicidad, robó dinero a nuestros padres y se largó a embarcarse hacia el recién descubierto Kalimdor, sólo que lo hizo sin ella, dado que no apareció.

Tuzah nuevamente miró a la asqueada paladina y decidió dar el golpe de gracia de su historia.

- Más o menos esto debió suceder poco antes de que te cogiera como aprendiz, según mis cálculos. Pero volviendo a mi hermano, básicamente dilapidó el dinero a velocidades absurdas y acabó siendo un esclavo, de ahí un gladiador y de ahí un hombre libre tras fugarse con esos dos. Después tuvo la osadía de presentarse ante Papi, le cayó la paliza del siglo y se le expulsó de Lunargenta… De no ser por mamá probablemente habría muerto tras ser arrojado desde el balcón, y en fin, ahora visto que no había muerto decidí que era hora de estrechar vínculos familiares, y aquí estoy.

La cara de Aldarisia se agrió por un instante antes de recuperar su habitual serenidad, un instante de dolor, ira y odio que Tuzah saboreó lentamente.

-Oh, sí, y no te lo pierdas, cuando llegué aquí se había vuelto “alguien respetable”, incluso tenía planes de casarse con una puta que habían rescatado de no sé qué burdel. Una huérfana de la guerra contra Kael’thas. Pero ella terminó yéndose, creo que no soportó tener a una dama elfa por estos lares que le recordase constantemente lo que ella jamás sería después de haber sido profanada por todos los agujeros de su cuerpo por orcos y trolls…

Negó suavemente con la cabeza en una pausa para añadir un burlón dramatismo a su historia.

-Es más, intentó cortarse las venas en un pequeño ataque de depresión poco antes de decidir que estaría mejor alejada de mi decadente hermano, que tras su marcha abandonó su trabajo de aspirante a guardia y bueno, se ha vuelto aún más patético si cabe.

En otra zona, mientras esta conversación tenía lugar, los orcos, Eidorian y el tauren habían emprendido su marcha por separado ante la cabezonería del último y la incapacidad de su montura de alcanzar las velocidades de los huargos de guerra.

Cuando comenzaban a desaparecer en la distancia, Aldarisia cruzaba las puertas en su caballo sin demasiada prisa. Quizá la historia de Tuzah le había incitado a querer probarse frente al descastado que había manchado el nombre de su propia familia, y que no contento con eso la había convertido a ella en una segundona; o quizás simplemente se aburría y quería ver en qué consistió la masacre de Tarajo. Fuera como fuese, se había puesto en camino.

Había anochecido y los orcos hacía rato que habían acampado ya, cuando Turok , que así se llamaba el silencioso y negro tauren, divisó en la oscuridad de la noche un fuego en la lejanía, que le sacó de sus pensamientos sobre la devastación de Taurajo y el destino de sus hermanos capturados, para traer a su mente pensamientos sobre el frío de la noche y su precipitada marcha sin comida ni más equipo que su tótem y su armadura. Sin dudar un segundo arreó el Kodo que montaba en dirección hacia el fuego, mientras a su nariz llegaba el rico olor de un asado que con seguridad había constituido la cena de los orcos y esa aberración que se empeñaban en llamar “hermano”.

Aldarisia , muchos metros más atrás del tauren, cuya montura incapaz de seguir el ritmo de los huargos se había visto obligada a ir a un paso mucho más lento, divisó en la lejanía al tauren dirigiéndose hacia la luz del fuego en medio de la estepa abierta. Se esforzó en afinar más la vista y se percató de algo que sólo los ojos de un elfo u otro ser capaz de ver en la oscuridad sin mayores problemas, habría visto: casi una decena de pequeños fuegos alrededor del principal, que seguramente por error Turok habría confundido con la fogata de los orcos.
-Vaca estúpida…

Murmuró mientras arreaba su caballo para que galopase en dirección al despreocupado tauren, con el fin de advertirle que se precipitaba hacia una posible muerte, masacrado por lo que quiera que hubiera en aquel campamento, pues aun siendo nueva por allí sabía que las criaturas de los Baldíos no eran precisamente conocidas por su amabilidad.

El Tauren, alarmado por el ruido del galope se bajó de su Kodo y se dispuso a presentar batalla contra lo que probablemente sería un centauro. Cuál fue su sorpresa al notar que en lugar de con un centauro, se había topado con la abominación elfa que no iba con los orcos. Aldarisia, ni corta ni perezosa descendió de su corcel y se plantó frente a Turok, que le doblaba la estatura y comenzó a golpearle acusadoramente con el dedo en el lugar más cercano al pecho que llegaba.
-Tú, pedazo de bola de pelo con cuernos, ¿dónde diablos te crees que vas?
Preguntó, sabedora de que el Tauren desconocía el peligro al que se acercaba y haciendo gala de una arrogancia sin límites.

-Salvo que los equinos sean amigos tuyos, aunque no me extrañaría que todo quedase en la granja, vas directo a un campamento enemigo…

Aldarisia echó un nuevo vistazo al campamento del fondo en el que podía distinguir con claridad las siluetas de más de una quincena de centauros Kolkar.

-¿Bueno, qué, entonces nos largamos de aquí o vas a irte con los centauros? Que por si no lo has notado están al oeste, y juraría que Taurajo está al sur.

El Tauren reaccionó al escuchar el nombre de aquellos que habían acosado a su pueblo durante años hasta la llegada de los orcos, con quienes lograron hacerles retroceder y convertir sus asentamientos en lugares seguros.

-¿Cuántos son?

Pregunto Turok en un rudo común.

-Unos quince.

Turok negó con la cabeza y montó sin mediar más palabra con aquella cuyos hábitos mágicos eran una constante violación a la Madre Tierra. Indignada, la elfa partió tras el silencioso tauren, echándole una reprimenda sobre la falta de respeto que acababa de cometer.

Eidorian se encontraba haciendo la primera guardia, mientras los restos de sus raciones de viaje permanecían junto a la hoguera. Sus ojos de elfo escrutaban la noche, la concentración era total o al menos la suficiente como para que no oyese a la elfa llegar despotricando tras el tauren por su espalda hasta que casi los tenía encima.

-¡Me cago en…!

Gritó el elfo mientras se daba la vuelta maza en mano dispuesto a atacar hasta que vio al tauren, lo que le hizo frenar en seco. El grito de alarma había despertado a Idnaar, que sin su armadura y rascándose la rabadilla, habló.

-Tú, identifícate.

Exigió a la elfa, pues aunque no sabía el nombre de ninguno de los dos, los motivos del tauren eran bastante claros.

-¿Y quién eres tú para exigirme nada a mí?

Idnaar bufó, lo que parecía estar convirtiéndose en una respuesta común a la arrogancia de la elfa.

-Repito, identifíquese en nombre de la Guardia de la Horda.

Dijo remarcando innecesariamente su posición, dado que había estado luciendo el tabardo hasta que se había quitado la armadura para dormir.

-Adarisia Lowenbless , miembro de la Orden de los Caballeros de Sangre de Lunargenta.- Dijo a regañadientes

-Bah, otra furcia…

Exclamó ni corto ni perezoso Eidorian mientras encendía un cigarrillo.

Idnaar se dirigió entonces al Tauren, ofreciéndole comida y descanso junto al fuego, pues poco mas podía hacer, a la vez que éste se identificaba. No en vano la hospitalidad era una tradición entre los orcos para con sus aliados y más aún tratándose de tauren, capaces de apreciar este hecho. Mientras Turok mantenía la conversación con Idnaar, Aldarisia se acercó a Eidorian en respuesta a su insulto. Acercó la cara hasta escasos centímetros de la de Eidorian y le susurró.

-Estás muerto, bastardo…

Sin más, con una sonrisa se dio la vuelta y se acercó a su caballo, junto al cual se echó a dormir más separada del grupo.

Eidorian terminó su primera guardia sin más percances, a la que siguió la de Radna, que tras un buen rato comprobando sus flechas y afilando su hacha, fue a despertar a Turok. La noche discurría con total normalidad hasta que un ruido proveniente del lugar donde habían dejado las monturas le alertó. Agarró con fuerza su tótem y partió hacia allí dispuesto a machacar al intruso.

Se acercó con cautela dando un pequeño rodeo para no ser visto por el atacante, cuando de repente el mismo ruido se repitió: era su kodo, que en sueños movía la cabeza y con su cuerno golpeaba el árbol bajo el que lo habían dejado.

Un grito de dolor seguido del ruido de varios jabaespines alertó a Turok, que volvió corriendo al campamento. Los jabaespines habían atacado mientras se había alejado, y habían tratado de asesinar a sus compañeros mientras dormían. Afortunadamente no son conocidos por su precisión ni eficiencia, de modo que las heridas, salvo en el caso de Aldarisia, cuya pierna sangraba copiosamente, eran moderadas.

Turok cargó contra el cerdo más cercano que había atacado a Eidorian, que desde el suelo trataba de defenderse. Radna luchaba para ponerse en pie y utilizar su arco, mientras que Idnaar, que desde el suelo había logrado agarrar su hacha, propinaba un tajo que cerca estuvo de ser fatal para el jabaespín. Sin embargo Aldarisia, malherida, era incapaz de coordinar bien sus golpes y se encontraba a merced de su atacante.

Un poderoso grito de Turok cortó el aire, intimidando a los jabaespines y alentando a sus compañeros a continuar, seguido rápidamente de un golpe devastador que hirió al atacante de Eidorian. Idnaar se levantó del suelo con semblante amenazador, y tras un rugido, presa de una furia como nunca antes habían visto los allí presentes, partió a la mitad a un jabaespín y propinó un buen golpe al que acosaba a la alejada Aldarisia. Radna, una vez en pie, ayudada por Silver, su tigre mascota y con un par de certeros disparos, dio muerte al desgraciado que había osado atacarla.

Por último Eidorian dio muerte a su agresor, y envalentonado por su victoria, se lanzó a salvar a aquella que había jurado matarle, del fin prematuro que podría haber traído el siguiente golpe del jabaespín, que se desestabilizó tras el golpe de Idnaar, sin poder hacer más que contemplar la maza de Eidorian haciendo pulpa su cráneo contra el suelo de la estepa.

-¿Qué diablos ha sucedido? ¿Quién estaba de guardia?

Preguntó el enorme orco enfurecido mientras comenzaba a ponerse su armadura.

-Escuché un ruido cerca de las monturas, fui a ver, y sin darme tiempo a reaccionar se os habían echado encima.

Idnaar gruñó y llevó la vista hacia la elfa, cuya herida mágicamente había dejado de sangrar, tal y como pudieron percibir el tauren, por su unión con la madre tierra una vez más profanada por el irresponsable uso de la magia, y el elfo adicto, como toda su raza al uso de esas energías y su consumo.

-Bueno, el resto id a descansar. Tú también, Turok, ya me ocuparé yo de la guardia.
Turok, decepcionado consigo mismo por el error, obedeció al igual que el resto, pues con las heridas que tenían, aún sin ser de gravedad, un poco de descanso no les iría mal.

Idnaar hizo las guardias que quedaban mientras se vendaba las heridas y observaba a la elfa, a quien no había despertado, pues igualmente aún acabado su turno de guardia no habría dormido, dado que no se fiaba de ella para guardarle las espaldas.

Con los primeros rayos de sol llegaba la hora de retomar camino a Taurajo, y todos excepto la elfa se levantaron. Id, deseoso de ponerse en marcha, le dio unas pataditas para que se levantase y pudieran emprender el viaje, cosa a la que la elfa se negó en redondo a hacer sin haber desayunado antes.

Sabedores de la urgencia de llegar a Taurajo, el grupo no dudó en dejarla atrás y reanudar su marcha.

Hacia el mediodía por fin llegaron a Taurajo, escenario de una desolación como no habían podido imaginar. La furia de los jabaespines se había dejado caer sobre el pacífico pueblo con saña, la sangre regaba las calles, las chozas eran ahora cenizas, y los escasos supervivientes enterraban a sus muertos por decenas. Ninguno de nuestros héroes sabía qué había sucedido allí, pero sabían que alguien iba a pagar por ello, y con intereses.


¡¡Continuará…!!