lunes, 3 de mayo de 2010

Tuzah ¿Am I Evil?




¿Soy malvada? Sí, lo soy.

Supongo que seria demasiado cínico por mi parte negar la evidencia y mas a estas alturas, pero mejor comenzare por el principio.

Mi madre era una sacerdotisa siempre ocupada en su trabajo, mi padre un paladín de la luz, mi hermano una lacra vivo o muerto. Estuve allí cuando papá malgastaba su tiempo con él, estuve allí cuando no había nadie más a mi alrededor y todos se ocupaban del pequeño Eidorian, estuve allí cuando le dieron por muerto y también estuve allí mientras nuestra madre incapaz de sobreponerse lloraba a su hijito perdido mientras yo crecía y papá nos ignoraba sumergiéndose aún mas en su trabajo.
No me malinterpretes, no odio a mis padres, si lo hiciera sería tan idiota como mi hermano. Comprendo que papá tuviera que dedicarse de pleno a un nuevo aprendiz para mantener el nombre de la familia, a fin de cuentas algunos tenemos una posición … aunque no espero que alguien como tu pueda comprender eso.

La cuestión es que no odio a mis padres, de hecho me gusta conservar los recuerdos de mi infancia. Cuando apenas tenía 20 años y mi padre me sacaba de paseo por Lunargenta , me subía sobre sus hombros y yo era feliz, me reía emocionada por estar tan alto y él sonreía. Supongo que desde pequeña me gustaban las posiciones elevadas, aunque sea en el sentido más literal de la palabra. Sin embargo, la desaparición de mi hermano dio al traste con todo eso.

Tengo recuerdos, de mi padre quedándose sin tiempo para mí en pos de educar a su nueva aprendiz. Recuerdo a mi madre incapaz de mirarme sin recordar alguna escena sobre mi hermano y yo que se le antojaba tan dolorosa que con el tiempo ni siquiera me miraba, claro que nuevamente ese son el tipo de cosas que nadie fuera de una familia debe saber. Pero sin duda alguna el recuerdo de esa época que mas permanece fue la soledad absoluta pues después de la pérdida de mi hermanito no estaban dispuestos a permitirme abandonar la casa bajo ningún concepto hasta que ya fui mayorcita, labor de la que se ocuparon los criados.

Crecí y me comencé a convertir en una jovencita provechosa, había comenzado estudios mágicos que aun no se habían definido demasiado bien, y que sin embargo poco a poco comenzaban a inclinarse por la brujería y el poder que esta conllevaba. Las razones que me llevaron a esto eran sencillas, era algo nuevo en nuestra sociedad, algo en donde sería fácil destacar y que llamaría mucho la atención. Sí, así de simple, era otra medalla que colgarle a mi ilustre familia.

¿Decepcionada? Creías que iba a ser alguna cosa más emocionante, ¿un encuentro con algún poderoso demonio? Supongo que mi hermanito desaparecido no debió de ser el único con la cabeza llena de estupideces y fantasías. En Lunargenta las buenas familias son un privilegio y una maldición, debes destacar y estar a la altura y desde luego en ese nido de chacales que es la aristocracia no va a ayudarte nadie.

Como iba diciendo, me esforcé en mis estudios y aprendí sobre el fuego, los demonios, el alma, el dolor , el sufrimiento y las maldiciones, aprendía mucho y me encantaba, los brujos éramos gente sin límites. No estábamos frenados por estúpidos códigos de honor, o por normas de arcaicas ordenes monásticas, la fuerza del brujo estaba en su soledad e individualismo y créeme había tenido mucho de eso durante mi infancia.

Los años siguientes fueron duros, se seco el pozo del sol y comenzó a haber escasez de magia, las clases bajas, como tú, se apilaban en las calles desesperados y enfermos por obtener alguna baratija de la que sustentarse, por suerte para los de mi clase ese no fue un gran problema, y menos para aquellos que como yo conocíamos las artes oscuras. Es taaaan fácil engatusar a jovencitos desesperados, cristalizar su alma y darte un festín con las energías mágicas de la misma …

Oh no me mires así… mala ¿recuerdas?, apuesto a que mi triste historia te ha hecho compadecerte de mí… pues ahora viene lo bueno.

Tiempo después un día fui llamada a presencia de mi padre, al parecer íbamos a reunirnos con algunos de nuestros aliados de la horda, una pareja de nobles Forsaken, él parece ser que era el Gran Mariscal de los ejércitos de Lady Sylvannas, ella era algún tipo de diplomática. Lo curioso del caso es que esos dos muertos habían criado a un niño elfo y estaban tratando con mi padre sobre la posibilidad de iniciarle en la senda de los paladines a cambio de que me hicieran un sitio en las escuelas de brujería de Entrañas mientras durase la inminente guerra contra el Príncipe Traidor Kaelthas. Obvia decir que el acuerdo resulto más que sencillo de llevar a cabo.

Allí entre la putrefacción y la muerte comprendí preceptos que a los vivos se nos habían sido negados y finalice mi formación tras lo cual regrese a Lunargenta donde mis orgullosos padres, por una maldita vez en la vida me rendían el homenaje que me merecía.

Estaba satisfecha y las cosas iban relativamente bien, papá en lugar de presumir de su dichosa discípula, por fin podía hacerlo de su progenie, mamá seguía siendo la misma idiota llorica de siempre pero al menos ahora me miraba y la ciudad en general no había salido muy malparada de la guerra que de hecho había intensificado el poder de las familias nobles ahora que ya no existía casa real.

Pues ¡sorpresa!, resulta que el idiota de mi hermano no había muerto. Aparece por la puerta de casa y mi madre poco mas y rompe a llorar en público, papá le da la paliza de su vida que no es más que reflejo del dolor que siente por haberlo perdido y la arrogancia necesaria para no admitirlo, y yo vuelvo a quedar relegada al punto de partida aun a pesar de mis logros.

Mamá se preocupa, papá vuelve a enfocarse exclusivamente en su trabajo y su pupila y yo… bueno tú ya sabes a lo que nos lleva eso, ¿Verdad Jiray?.

Es muy considerado por tu parte que tras la disuasión de papá para que te alejases de él, seguida de ciertas cantidades de oro enviadas a tu familia, te mantuvieras alejada, y créeme, de verdad que lo valoro. Lamentablemente mi hermano mostro mas independencia y estupidez de la que nadie creía y según parece se fugo en solitario y no está muerto.

Si estuviera muerto no me vería obligada a esto … pero no te engañes tampoco es algo de lo que no vaya a disfrutar aunque quizás cuando te extraiga el alma tu no disfrutes tanto … ya sabes rayos, destellos dolor inconcebible esas cosas. En fin es algo que debe hacerse para que mi hermano no tenga nada por lo que volver, pero si te sirve de consuelo siempre te llevara en su interior, o al menos mientras le duren las energías mágicas de tu piedra alma que le será convenientemente ofrecida como aperitivo.

¡Oh! Que mirada más dulce, me compadeces por el dolor de mi vida y haber vivido a la sombra de ese bastardo aún ahora que sabes cuál será tu destino. No te engañes, soy lo que soy y probablemente si me hubieran querido y mimado igual que a Eidorian a estas alturas tendría un oficio diferente, pero igualmente nos hallaríamos aquí contigo dispuesta a morir solo para que yo no tuviera que compartir mis juguetes…

¿Soy mala? Sí, jodidamente mala.

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